Colombia
es un país increíble, tenemos dos océanos que bañan dos playas,
desiertos, bosques, selvas, nevados, volcanes, todo, lo tenemos todo.
Aun con esa introducción me atreveré a enumerar cinco destinos que
se deben conocer en Colombia, al menos una vez en la vida se debe
pasar por alguno de esos lugares, aclaro de nuevo, son solo cinco de
una infinidad.
1.
Minas reales de Santa Ana, Ciudad Perdida de Falan.
Este
es un lugar enigmático, empezando por su ubicación, Falan, un
pueblito poco conocido del Tolima, a pesar de tener una cercanía
casi que inmediata con su vecino, Mariquita. Segundo por su nombre,
Minas Reales de Santa Ana.
Aunque
las culturas Tolima y Quimbaya explotaban minas de oro para la
confección de piezas de orfebrería para múltiples usos, durante la
colonia, los españoles encontraron una zona de explotación de oro
en el piedemonte de la cordillera central, cerca a los importantes
poblados de Mariquita y Honda. En su lugar, conocido como Rosario de
Lajas y luego Santa Ana, se construyó una compleja infraestructura
de túneles, socavones, canales, y muros. Dicen los habitantes de la
zona, que los túneles se comunicaban con la casa de la moneda, en
Mariquita, donde en la actualidad es posible ver la entrada de uno de
ellos. En cercanías al yacimiento, ubicado a la ribera de la
quebrada Morales, se erigió un poblado llamado Santa Ana.
Luego
de la expulsión de los españoles, fueron los ingleses quienes
continuaron la labor minera, y a finales del siglo XIX, las minas
fueron abandonadas. Por su parte, Santa Ana, a comienzos del siglo XX
cambió su nombre por el de Falan, en honor a uno de sus hijos
eméritos, el poeta Diego Fallón.
Y
así quedaron, abandonadas y entonces la naturaleza hizo su trabajo,
la manigua empezó a treparse por todas las estructuras y
literalmente, esta ciudad erigida para hacer ricos a unos cuantos fue
"comida por el monte". Caminar por los senderos, por los
túneles, por lo que queda de esta ciudad es algo genial, se siente
un viaje al pasado, a lo que fue en algún momento algo grande.
Cuentan
que alumbran las guacas y es facil encontrar a uno que otro lugareño
revolcando la tierra, en búsqueda de cualquier cosa que puedan
encontrarse, que, puedo decirles, se encuentra.
2.
Páramo de Las Hermosas, Valle del Cauca.
Pocos
lugares llevan a encontrarse con el interior de uno mismo, creo que
si se quiere escuchar la voz interior no hay mejor lugar que la
montaña, en este caso, un lugar bien metido en lo que empieza a ser
la cordillera central, donde el Valle del Cauca dejo de ser valle y
empezó a convertirse en una serie de senderos que solo el zigzagueo
hacen posible el ascenso, en donde el conflicto armado sembró un
sinnúmero de minas antipersonales y tienes que observar como el
ahora batallón de desminado humanitario hace su trabajo y te dice
que por favor no te vayas a desviar del camino, pues no sabes que te
puedes encontrar. Empezamos a sumar metros de altura sobre el nivel
del mar, empezamos a encontrar fuentes de agua, manantiales de vida
que nos llevan a el protector del páramo, el frailejón, empezamos
de a poco a ver uno que otro, hasta el momento en que la vista se
pierde con la montaña siguiente y todo esta tapizado de frailejón.
No muchos pueden hacerlo, el oxígeno hace su labor y el soroche no
te permite llegar hasta este lugar, donde las formaciones rocosas que
ves al fondo y las que te vas encontrando en el camino hacen que
pienses que estás en otro planeta. Un planeta que hace que vuelvas a
los orígenes, que replantees todo lo que has venido haciendo.
Son
muchas las opciones para visitar a este páramo, pero solo una la más
espectacular.
3.
Pacífico Vallecaucano, el de agua dulce.
Sí,
ese que está metido en lo profundo de la selva húmeda tropical y
los innumerables ríos y cascadas que lo bañan buscando al mar, esa
selva perdida que hasta hace muy poco pudimos disfrutar, la de ríos
de agua cristalinas, la región llena de aves únicas en el planeta,
la de un número de anfibios y reptiles también inimaginable, en
donde se conjugan la cultura afro con el acercamiento de mestizaje,
en donde no tienes todavia señal de celular y te aislas
completamente para disfrutar completamente de la naturaleza y de todo
lo que te ofrece, la del encocado de muchilla, la del pepepan, la del
borojó, la del chontaduro. Una región con una gente increíble, que
vive en el paraíso sobre la tierra. Simplemente es tomar la antigua
autopista Simón Bolívar, desde Buenaventura o desde el Queremal, no
importa el sentido, cualquier lugar al que llegues será genial.
4.
Volcán Puracé
Es
muy importante, como lo dice la comunidad indígena Coconuco que
cuida y guía en el lugar que el espíritu y la mente de los
visitantes estén puros y limpios, con humildad y pidiendo permiso a
los espíritus para que los Abuelos Volcanes reciban a los humanos
sin dificultad. De eso depende que tu experiencia sea algo increible,
o que sea simplemente un ascenso más.
Tal
vez dependa también del gran cóndor de los andes, el vigilante de
este sitio sagrado, el que decida si puedes observar la grandeza de
la cadena volcánica de los coconucos, de la majestuosidad del cráter
de este volcán, de observar mucho más allá y disfrutar con la
vista del nevado del Huila, o simplemente tendras un instante de la
ventanita que te dejará observarlo por un suspiro.
Un
volcán con historias, con tragedias, un sitio sagrado, espiritual,
melancólico, como quieran llamarlo, pero un sitio genial.
Ubicado
en Purace, muy cerca de Popayan.
5.
Tauramena, Casanare.
O
cualquier lugar en esta inmensa llanura denominada como llanos
orientales, donde puedas disfrutar de un canto llanero en cualquier
calle de la ciudad, donde puedas apreciar todo lo que tiene que ver
con el joropo llanero, si estás de suerte y te toca un festival de
música llanera en el sitio que escogiste de esta llanura no te lo
vayas a perder, es una experiencia magnífica. Si puedes ir a
disfrutar de una mañana llanera, de cómo se despierta un hato
ganadero, tampoco vayas a despreciar la invitación, vale mucho la
pena. Pero lo que realmente es imperdible, y casi que por eso debes
ir a los llanos, es un atardecer, pero no en cualquier lugar, ve y
busca un lugar en medio de esa llanura donde exista un humedal y
puedas disfrutar de la llegada de chigüiros, de todos los tipos de
garzas y obviamente, disfrutar del atardecer.